viernes, 9 de julio de 2010

Sóngoro Cosongo


¿Qué ocurriría si nos permitiéramos pensar que, tal como lo propone Coetzee a través del protagonista de su novela Desgracia, en la canción pudiéramos encontrar los orígenes del habla?
"Antiguo profesor de lenguas modernas, desde que se fusionaron los departamentos de Lenguas Clásicas y Modernas por la gran reforma llevada a cabo años antes, es profesor adjunto de Comunicaciones (...) Este año imparte un curso sobre los poetas románticos. Durante el resto de su tiempo da clase de Comunicaciones 101, " Fundamentos de comunicación", y de Comunicaciones 102, "Conocimientos avanzados de comunicación".
Si bien diariamente dedica horas y horas a su nueva disciplina, la premisa elemental de esta, tal como queda enunciada en el manual de Comunicaciones 101, se le antoja absurda: " La sociedad humana ha creado el lenguaje con la finalidad de que podamos comunicarnos unos a otros nuestros pensamientos, sentimientos e intenciones". Su opinión, por más que no la airee, es que el origen del habla radica en la canción, y el origen de la canción, en la necesidad de llenar por medio del sonido la inmensidad y el vacío del alma humana".

Para mí, esta reflexión que nos propone Coetzee está cargada de un profundo sentido emocional. El sonido de la palabra como expresión de una intención esencial que busca llenar la inmensidad y el vacío del alma humana; balbucear para transformar el silencio de la ausencia en una melodía que acompaña, crear música con las palabras, inventar la poesía para hacer de la espera un ritmo que mece y una canción que acuna.

Cuando leo cierta poesía africana o cierta poesía con raíces africanas siento resonar un pálpito que me recuerda, por medio de una sonoridad atávica, que el habla y la canción han estado, para fortuna del alma humana, íntimamente ligados desde sus orígenes.

Seguramente esta poesía de Nicolás Guillén ( y la canción que de ésta se hizo ) expresen aún mejor lo que he querido subrayar acerca de la intención emocional que ostenta, de manera casi imperceptible, la palabra.


SÓNGORO COSONGO
(Nicolás Guillén)

¡Ah, ah!
Ay, negra, si tú supieras…
Anoche te vi pasar,
y no quise que me vieras.
A él, tú le harás como a mí,
que cuando no tuve plata,
te corrite de bachata,
sin acordarte de mí.
Sóngoro cosongo songo-bé
sóngoro cosongo de mamey,
sóngoro, la negra baila bien,
sóngoro de uno,
sóngoro de tres.
¡Aé, venga a ver!
¡Aé, vamos pa’ver!
vengan, sóngoro cosongo,
sóngoro cosongo de mamey.
Sóngoro cosongo songo-bé
sóngoro cosongo de mamey,
sóngoro, la negra baila bien,
sóngoro de uno,
sóngoro de tres.
¡Aé, venga a ver!
¡Aé, vamos pa’ver!
vengan, sóngoro cosongo,
sóngoro cosongo
de mamey.

Para seguir llenando la inmensidad, aquí está Héctor Lavoe cantando espléndidamente esta poesía: http://www.youtube.com/watch?v=9o3-WW9wPLA