martes, 9 de marzo de 2010

El sexo me sabe mejor con Calle 13

En una noche de rumba bogotana hace ya casi tres años, oí por primera vez Atrévete.
Tengo que admitir que inmediatamente "ese reguetón se me metió por los intestinos y me sacó no sólo lo de india" sino también lo de mulata, zamba, prieta y mestiza. Mejor dicho: me movió, me sacudió, me obligó a pararme de la silla e incluso me hizo bailar invocando a todas y cada una de las razas latinas que corren por mis venas.
A partir de ese momento empecé a oir ávidamente la música y las letras de Calle 13, y al hacerlo me di cuenta de que sus composiciones no sólo me emocionan el cuerpo, sino que también me mantienen en una especie de constante moción mental - y ya que vamos a hablar claro, quizá valga la pena precisarlo-, de excitación mental respecto a las vastas posibilidades que tienen la experiencia corporal, erótica, sexual, genital, oral, fálica y carnal, de volverse palabra. Pero además de eso, tengo que admitir que no sólo siento placer cuando pienso en todas las posibilidades que tiene el cuerpo para transformarse en palabra, sino que de igual manera me excita constatar que la palabra posee ese mismo efecto en sentido inverso: es decir, que así como el cuerpo se vuelve palabra, la palabra también se vuelve cuerpo.
Lo que a mí más me llama la atención del estilo de Residente es que, al resaltar el papel del cuerpo en el deseo sexual, él abre la posibilidad de acercarnos a éste como "un manjar físico, y no místico". Igualmente, el erotismo así recreado es un himno para exaltar la carne y no el espíritu -o por lo menos no desligado éste de la carne-. Para mí, las letras de Residente son como una especie de frenesíes reguetoneros que celebran el hecho de tener un cuerpo y de contar con la palabra para dar cuenta de ese cuerpo y de las pasiones que muchas veces lo arrebatan; pasiones que por lo demás van desde la excitación hasta el amor, pasando por el deseo y el encuentro erótico.
Las metáforas de Calle 13 muestran que hay momentos en los que el lenguaje establece una relación íntima con el goce sexual. De igual manera, ubican al cuerpo como origen de dicho goce y a la palabra como manifestación de aquello propiamente humano que existe en ese goce. Y claro, por humano Calle 13 sabe hacer énfasis en lo que ese goce tiene de animal, de instintivo, de irracional y de amoral. Su invitación es precisamente a jugar con esa animalidad que nos pertenece tanto como el lenguaje mismo.
En fin, como habrán podido notarlo y pa´decirlo al estilo de Residente, todos estos usos del lenguaje me tienen estimulada y con la mente lubricada porque con las letras de sus canciones vuelvo una y otra vez a fascinarme ante el doble estatuto de nuestra sexualidad: el hecho de que podemos hacer de la excitación palabra, al mismo tiempo que podemos excitarnos con la palabra. Y ese doble estatuto es el que hace precisamente que nuestra sexualidad se diferencie de la sexualidad animal.
En una de sus canciones Residente dice:
"yo te quiero decir cosas bonitas mamita pero no me sale, es que yo fui criado por los animales – sin modales- mamando teta de orangutanes". Si Residente me estuviera hablando a mí, yo le respondería algo así como: "Yo sé que lo que tú dices está bien picante, pero a mí me gusta bastante porque ¿no ves que así demuestras que eres un primate de vocales y consonantes? ".
Con este –no tan malogrado- intento de rima reguetonera y una alusión directa a lo más primitivo de la naturaleza humana finalizo este artículo tal como lo empecé: disfrutando de la música y de las letras de Calle 13. Disfrutando sobre todo de que se elogie al cuerpo como punto de partida, como lugar donde se emite ese primer gemido de placer que justo al llegar a la punta de la lengua se transforma en palabra. Lo mejor de todo es que, como ya lo dije, al tiempo que constato esto presiento también la trayectoria inversa: la palabra que busca asir las entrañas del cuerpo y no sólo sus entrañas sino también su boca, sus dientes, su piel, sus fluidos, sus olores, sus orificios y sus genitales.
En cine escuché una vez a Marcello Mastroianni decirle a un joven algo parecido a esto: "recuerda que a veces el vino también se hace con uvas, es cuando mejor sabe". Por fortuna, Calle 13 me recuerda constantemente que a veces el deseo, el amor, el sexo y el erotismo, también se hacen con el cuerpo. Y, en mi caso, puedo decir con certeza que es cuando mejor me saben.

1 comentario:

  1. Siempre he pensado que el gran engaño de la cultura esta en enseñarnos que somos "más" por decir NO.

    "Valorese mijita.... diga NO y asi los hombres la respetaran más"- dicen algunas abuelas...

    Yo como simple hombre simple cada vez constato la maravillosa fuerza que tiene la mujer que dice SI y dice NO cuando quiere.

    Ese SI posible hace que incluso los NO sean cada vez mas placenteros.

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