viernes, 21 de enero de 2011

Des-Engaño

Reconozco ya con claridad dos de las razones por las que los textos de Philip Roth terminan inevitablemente cautivándome.
Por un lado me deleito con la capacidad de Roth para construir diálogos íntimos, sinceros, desengañados.  Por otro lado, me apasiona esa mezcla irremediable entre romanticismo y escepticismo que está siempre latente en sus novelas.
De la mano de Roth el deseo se dibuja como una promesa engañosa que ineludiblemente se desilusiona de sí misma.  Paradójicamente, es gracias a esta promesa insostenible que el deseo logra persistir con el fin de alcanzar esos instantes de placer que persigue incansablemente.    
No obstante, el deseo en la obra de Roth es también una ilusión capaz de trascender en la vida humana a pesar de su naturaleza engañosa.  En este sentido el deseo nos traiciona en la medida en que es volátil pero, al mismo tiempo, a través de la intensidad del placer que ofrece, nos reconcilia con el hecho de estar vivos e, incluso, puede llegar a convertirse en el instaurador de una complicidad incontestable entre dos amantes.
El deseo erótico y su deseo de perpetuarse eternamente a través del sueño de llegar a convertirse en amor, o el amor que se ve impedido ante la constatación de la imposibilidad de mantener las promesas que dibujó el deseo, son también algunos de los desengaños que recrea Roth en su novela Deception (traducida al español como Engaño).  
En esta novela, en la que la trama se da fundamentalmente a través de los diálogos que entablan dos amantes adúlteros a lo largo de su relación,  Roth nos lleva de la promesa engañosa del deseo,  al desengaño de lo que el placer del amantazgo prometió ofrecerle a los amantes.  De esta manera, la decepción que se recrea en los diálogos de estos dos amantes adúlteros no sólo trata de las desilusiones del matrimonio sino también de las desilusiones del amantazgo como tal.  Así, queda plasmado todo el escepticismo del que Roth es capaz, mientras que todo su romanticismo se expresa a través de la recreación de los furtivos y efímeros, pero no por ello, menos potentes instantes de satisfacción y de completud que otorga el placer que arrastra consigo el deseo.   La decepción sobre el deseo mismo, he ahí el desengaño que Roth nos ofrece en esta novela. 
Transcribo algunos de mis diálogos preferidos de este libro. 


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Cuestionario sobre el juego de escaparse juntos que tienen los amantes maduros.
- No eres madura.
-Claro que lo soy.
- Me pareces joven.
- ¿De veras? Bien, desde luego eso tiene que aparecer en el cuestionario.  Los dos candidatos han de responder a todas las preguntas.
- Empieza. 
(...)
- ¿Esperarías que te dijeran la verdad si la exigieras?
- ¿Exigirías la verdad? 
(...)
- Muy bien- ¿La última pregunta?
- La tengo, la tengo.  La última pregunta.  ¿De alguna manera, en alguna esquina de tu corazón, albergas todavía la ilusión de que el matrimonio es una aventura romántica? De ser así, eso podría ser la causa de muchos conflictos.

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- Te serviré una copa.
- Sí, me apetece.  Tengo la sensación de que floto entre dos cosas.
- ¿Qué cosas?
- Tú y el abismo.


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El príncipe que te salvó de tu aburrida existencia es ahora el palurdo en medio de tu aburrida existencia insípida, insípido.  Y entonces se produce la catástrofe.  De uno u otro modo, cualquiera que sea su actividad, comete errores colosales en su trabajo (...) El hombre que fue perfecto es un fracasado despreciable.  Podrías matarle.  La realidad se ha impuesto al sueño.
-¿ Y cuál de ellos crees que eres para mí?
- ¿En este momento? Yo diría que entre un Rodolphe y un León, deslizándome hacia Bovary. No?
- Sí.  - Riendo -.  Eso es bastante cierto.
- Estás en algún punto entre el deseo y la desilusión, en el largo descenso hacia la muerte.


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- Bien, te has divertido, mucho o poco, y ahora has pasado a la etapa siguiente.  Eso siempre ocurre después de la diversión: el momento en que uno ha de hacerse cargo de su vida.


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-Mi madre me enseñó que nunca debía sentarme con el coño expuesto.
- Y las piernas sobre los hombros de un caballero.
- Jamás me dijo tal cosa.  Ni se le debió ocurrir que me dedicaría a eso.
- Se llama Jack Daniel´s.  Huélelo.
- Hummm.  Qué bien huele.


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Es probable que una relación adúltera funcione mejor si sólo uno de los dos se queja de las insatisfacciones domésticas.  Si ambos lo hacen difícilmente tendrán tiempo para dedicarse al adulterio en sí.


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- ¿Cómo puede humillarme algo que no es cierto? No soy ese hombre, estoy lejos de serlo... ¡Es una representación, un juego, una imitación de mí mismo! (...) O quizá sea más fácil entenderlo al contrario: todo está falsificado excepto yo.  Tal vez incluso yo mismo lo esté.  Pero de uno u otro modo, cariño, todo se reduce a una invención, un entretenimiento del homo ludens.


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- ¿Y si fuera como dices? ¿Dónde estabas tú?  El intento de huir del matrimonio es un ingrediente del matrimonio, para ciertas parejas, y conozco algunas, para las que es el principio vital que lo sostiene.

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